NUESTROS HIJOS SON NUESTROS ESPEJOS, NUESTROS MAESTROS – PILAR JERICÓ

NUESTROS HIJOS SON NUESTROS ESPEJOS, NUESTROS MAESTROS – PILAR JERICÓ

La empresaria, escritora y conferenciante Pilar Jericó nos explica en una entrevista para la BBVA sobre el tema de nuestros hijos son nuestros espejos, son nuestros maestrós.

Comienza citando una frase del libro de El Principito: “Todas las personas mayores antes fueron niños”. Claro, ¿un niño qué es? Un niño es una posibilidad, es un mundo de posibilidades. Pero, ¿qué es lo que permite que un niño ya de mayor sea una gran persona, una buena persona, o se quede por el camino? Lo que define un camino u otro es, precisamente es la educación, la educación que recibe en casa, la que recibe en la escuela, la que recibe en el contexto.

El alcanzar una posibilidad u otra va a depender de nosotros, de lo que hagamos como adultos, nosotros como padres, nosotros como educadores.

¿Y cómo podemos despertar la grandeza en nuestros hijos? Cuando hablamos de grandeza, estamos refiriendonos al éxito profesionales, de éxitos financieros, de grandeza espiritual.

La grandeza que nos permite tener una vida con sentido, el coraje para tener una vida en la que nosotros somos los protagonistas de la misma. Cuando no caemos en la queja, cuando no caemos en la culpa, cuando en el fondo, como diría Nelson Mandela, creamos un mundo mucho mejor de como lo encontramos.

Nosotros no podremos despertar la grandeza en nuestros hijos si no la despertamos previamente en nosotros. Nuestros hijos son nuestros maestros, son nuestros espejos de aquellas dificultades que a veces tenemos.

¿Cómo vamos a pedir a nuestros hijos que gestionen el conflicto si nosotros no sabemos hacerlo? ¿Cómo vamos a pedir a nuestros hijos que digan las cosas con cariño si nosotros no sabemos tratarnos con cariño?

Poder desarrollar la grandeza interna es el primer paso para la educación. Educarnos a nosotros mismos también, porque solo desde ahí podremos despertar la fuerza, el coraje, que sea lo que inspire a nuestros niños. Esto me recuerda a una de las experiencias que yo leí que más me impactaron.

La biografía de Thomas Alva Edison.

Edison nació en 1847, en Ohio, pero a la edad de siete años fue trasladado junto con toda su familia a Michigan, una ciudad muy fría. Él era el séptimo, el más pequeño de todos los hermanos. Pues bien, entró en el colegio público, pero tan solo estuvo 12 semanas, porque al cabo de esas 12 semanas el pequeño Thomas llegó a casa con una cartita que le dijeron en el colegio que solo se la podía dar a su madre, que solo la podía leer ella. Y Thomas, cuando se la dio no sabía lo que había, lógicamente.

La señora Edison abrió la carta y la leyó, y comenzó a llorar. El pequeño Thomas se quedó preocupado: “¿Qué pasa, mamá? ¿Qué pasa?”. Ella se recompuso y le dijo: “Thomas, ¿sabes lo que dice la carta? Que eres un genio, que eres un genio y que en el colegio no te pueden enseñar más, que tengo que enseñarte yo”.

Ahí empezó a ser ella, la madre, la propia profesora. Así, poco a poco, hasta que Thomas a los 11 años devoraba la literatura, leía libros y leía libros. A los 12 ya empezó a emprender sus primeros caminos en pequeños proyectos, así poco a poco. Hasta que empezó con la vida de ser un inventor.

A la edad de 24 años la madre de Edison murió y Thomas, junto con sus hermanos, recogió las cosas y encontró aquel pedacito de cartaque le había llevado cuando él era pequeño del colegio. Cuando abrió la carta para recordar lo que su madre había dicho, Thomas fue quien lloró porque la carta no decía lo que su madre le había dicho,la carta decía: “Thomas es un niño enfermo mentalmente, no le permitimos que vuelva al colegio”. Eso es el coraje y la grandeza de una madre o de un padre.

Ese es el coraje de poder ver más allá de las etiquetas. La grandeza que tenemos como padres consiste en ver la grandeza en nuestros hijos. Y ese es el camino que tenemos en la educación, despertarlo dentro de nosotros.

Darnos cuenta que a veces tenemos conflictos, dificultades, como decía: “Nuestros hijos son nuestros espejos”. Esas dificultades están en nosotros, pero en la medida en que cada uno de nosotros, siendo padres, siendo educadores, podamos conectar con la grandeza, podamos conectar con nuestra vulnerabilidad, aprendamos a perdonarnos, aprendamos a vivir la vida de una manera mucho más delicada, en ese momento estaremos despertando la grandeza en nosotros y la grandeza en ellos. Y este es el gran camino de la educación. Educar el corazón para despertar la grandeza.

Jorge Armijos
https://jorgearmijos.com

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